La reciente edición de los juegos Centroamericanos y del Caribe en Mayagüez ha hecho saltar los focos de alarma en los máximos organismos rectores del deporte en México.
Los primeros días de la justa fueron complicados para nuestros deportistas. No se alcanzaban los récords esperados y hasta se pensó que los venezolanos y colombianos podrían arrebatarles el primer lugar del medallero, hegemonía que desde 1926 nuestros connacionales han disputado con los representantes cubanos.
La XXI edición de los Centroamericanos pareció destinada a manchar el nombre y el prestigio del deporte azteca. El primer escándalo vino precisamente durante el periodo de competición, cuando se reveló que el presidente de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), Bernardo de la Garza Herrera, desembolsó cerca de 5 mil dólares para pagar los sueldos de los jueces de gimnasia rítmica, con la intención de que dicho obstáculo no impidiera el desarrollo de dicha disciplina.
Este acto de “buena fe” ha sido puesto en duda por otros países, pues México sumó cuatro medallas de oro, tres de plata y dos de bronce. Nadie debiera poner en duda el talento de las gimnastas mexicanas, pero hay antecedentes que manchan dicha actitud, como lo ocurrido en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, cuando una publicación mexicana acusó a la Federación Mexicana de Taekwondo (FMTKD) de gastar cerca de 612 mil pesos en regalos y cenas para directivos y referees, entendiéndose ese acto como sobornos a favor de nuestro medallero en territorio asiático.
384 preseas en total fueron las conseguidas recientemente por los mexicanos en Mayagüez; sin embargo, varias galas han tenido que ser retiradas por casos de dopaje.
Ante penoso acto, tanto gente de la Conade como del Comité Olímpico Mexicano (COM) dijeron estar “sorprendidos” ante la situación, pues aseguran que ningún atleta actuó con dolo, alevosía y ventaja frente a sus contrincantes.
Si así fuera, ¿por qué la mayoría de los que dieron positivo han desistido a la revisión de la prueba B? (En los controles antidoping, la muestra de orina se divide en dos recipientes, A y B, en caso de requerirse un contraanálisis. Legalmente se establece que el personal del laboratorio que analiza la muestra A debe ser diferente al que analiza la muestra B).
Es increíble que directivos, entrenadores, atletas y médicos justifiquen estos hechos a la falta de comunicación entre ellos mismos. ¿Por qué no reconocer la falta de cultura deportiva de nuestros propios atletas de alto rendimiento y de las personas que se encuentran a su alrededor?
La Agencia Internacional Antidopaje (WADA por sus cifras en inglés) cada año pone a disposición de todos la lista de sustancias y métodos prohibidos estandarizados internacionalmente (que usted sin problema puede revisar en Internet).
En dicho documento se especifica qué sí, qué no o cuánta cantidad está permitida consumir de algún medicamento o suplemento. Además, hoy gracias a internet es muy fácil conocer qué químicos contienen los fármacos y qué reacciones hacen en el organismo.
Y ya el niño ahogado, a tapar el pozo y por ello, la Conade determinó que para no repetir este episodio en los Panamericanos, se les dará un curso a los atletas para que conozcan todo acerca del dopaje y no ser sorprendidos de nueva cuenta.
¿Acaso los directivos no difunden los dictámenes de los organismos internacionales respecto a este tema? ¿Cuál es la preparación y eficiencia real por parte de entrenadores y médicos? ¿Qué tan comprometidos están los atletas con su profesión?... Juzgue usted mismo.
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