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Es de llamar la atención la reacción que han tenido los jugadores ante esta situación. Nadie les niega su derecho a la vida privada, pueden hacer lo que les plazca afuera de la cancha, siempre siendo responsables, pues ellos decidieron entrar a la esfera del deporte profesional que hoy en día, los convierte en figuras públicas, mediáticas y en el modelo aspiracional de muchos niños y jóvenes.
Algunas declaraciones por parte de los futbolistas dan risa o pena y lo peor, el tema se está desviando a tal grado, que comienza a entreverse lo distanciado que está este conjunto con los directivos de la FMF, algo que iba a suceder tarde o temprano dado el perfil o falta de experiencia por parte de algunos hombres de pantalón largo dentro de este organismo.
Pero esto también es sinónimo de un gran problema de educación que existe dentro del futbol mexicano. Los clubes poco se preocupan por sus jugadores; les da igual si van a la escuela, si han concluido una carrera universitaria, mientras rindan en la cancha, todo es perfecto, qué más da lo que es o vaya a ser de ese hombre en un par de años.
Hoy en día, el futbol es una industria y por tanto, los clubes en realidad debieran de comportarse como empresas responsables, preocupadas por el bienestar integral de sus elementos. Pero en la mayoría de los casos no es así; cuántas veces se ha sabido que las trasnochadas y borracheras de algunos jugadores de talla internacional han sido pagadas o propiciadas por sus propios clubes o por la gente que los rodea.
Aquí nadie discute del derecho que tienen de divertirse, pero todo a su debido tiempo y bajo las mejores condiciones. Claro que no es pecado que puedan tomarse un par de copas, pero ellos debieran ser sinceros y sí, aceptar que de vez en cuando se les pasa la mano en la cuestión del entretenimiento.
Otro de los puntos que quiero destacar es qué pasó con el resto de compañeros que no asistieron a dicha fiesta. ¿Acaso también hay fragmentación en el interior del mismo conjunto o hay grupos de poder? También hubiera sido interesante conocer el punto de vista de aquellos que por principios o porque no fueron invitados no acudieron a la “trasnochada regia”.
Así como hubo castigo para los futbolistas, alguien tiene que tomar las responsabilidades del equipo. No sólo basta con poner sanciones y ya, los directivos deben trabajar en este punto débil que desafortunadamente muchísimos jugadores poseen, como consecuencia de cómo nosotros mismos hemos sobrevalorado su profesión.
Además, las verdades a medias no funcionan y este es otro pecado del cual, la FMF aún no aprende. Como siempre, sólo se generan dudas, no se tiene confianza del organismo que aparenta querer ahora enderezar cosas que por muchos, muchos años han estado torcidas pero que no acaba de encontrar la manera de hacer las cosas bien y justo a tiempo.
Todos los actores involucrados en el tema debieran agachar la cabeza y aceptar su responsabilidad, por el bien de ellos mismos y por el bienestar del futbol mexicano y sobretodo, que esta carrera es muy corta, está basada en resultados y por lo tanto, nadie, absolutamente nadie es indispensable.
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